jueves, 6 de agosto de 2009

Ubi sunt


Memorable pregunta. Tema recurrente en la literatura universal ¿Dónde están? ¿Que fue de ellos? Sería inacabable una relación de todos los escritos, poesías, canciones que han tocado el asunto. Es un grito de nostalgia, acompañado a menudo del deseo de no ver la realidad, sorprendidos por el paso del tiempo y los cambios, a veces brutales, que trae consigo. El tema se acompaña a menudo del lamento por lo breve que es la vida y por lo pasajero de los bienes terrenales.

Con la imagen no me refiero sólo al desgraciado caso de los afectados por Fórum Filatélico y AFINSA, ni a dónde están los millones que han perdido. Con todo, el desvencijado cartel puede verse aún, agosto de 2009, en una céntrica calle de Elche. Sería aplicable aquí el dicho castellano de "Torres más altas cayeron".

Volviendo a la literatura y al arte, desde los Carmina Burana, al Misterio de Elche, pasando por Jorge Manrique en las coplas a la muerte de su padre: "¿Qué se fizo el Rey Don Juan? Los infantes de Aragón, qué se fizieron".

Mis favoritos son François Villon y Robert Louis Stevenson, con formas muy diferentes de abordar el tema. Villon, criado en la parisina Corte de los Milagros y de ajetreada vida, fue el autor de la "Ballade pour les dames d'autrefois":

"Dictes moy n'en quel pays
Est Flora la belle Rommaine,
Archipiades ne Thaïs,
qui fut sa cousine germaine,
Ëcho parlant quand bruyt on mayne,
Dessus riviere ou sus estan,
Qui beaulté est trop plus qu'humaine.
Mais où sont les neiges d'antan?"

Como se ve, ya en la Edad Media se quejaban de que las nevadas no eran tan cuantiosas como las de años atrás.

Stevenson despacha el tema en La Isla del Tesoro con una ruda y sobria expresión de sus atribulados ex piratas, quienes ya no pueden volver al oficio:

"Bueno" dijo Silver. "Bien, ¿y dónde están ahora? Pew era de esa clase y murió hecho un mendigo. Flint lo era, y murió de ron en Savannah ¡Ah! era una magnífica tripulación, ya creo que lo era. Sólo que, ¿Dónde están?".

Un poco de nostalgia nos hace humanos. En la adversidad y en la vejez puede que necesitemos buenos recuerdos. Los artificios de la memoria embellecen los recuerdos, olvidamos pronto lo malo, y cualquier contrariedad nos hace pensar en la Edad de Oro de años antes. Pero mucha nostalgia resulta en un autoengaño y nos impide ver bien la realidad. Algunos escritores han intentado poner las cosas en su sitio. Así, Mateo Alemán remata en "Vida del Pícaro Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana":

"Este camino corre el mundo. No comienza de nuevo, que de atrás le viene al garbanzo el pico. No tiene medio ni remedio. Así lo hallamos, así lo dejaremos. No se espere mejor tiempo ni se piense que lo fue el pasado. Todo ha sido, es y será una misma cosa. El primero padre fue alevoso; la primera madre, mentirosa; el primero hijo ladrón y fratricida."

Lo que nos lleva a Voltaire: "Nous laisserons ce monde-ci aussi sot et aussi méchant que nous l'avons trouvé en y arrivant" (dejaremos este mundo tan tonto y tan malo como nos lo hemos encontrado al llegar).

Estamos condenados a convertirnos en un delgado y sutil hilo en la memoria de las personas que nos conocieron. Y este fino recuerdo terminará el día en que ellos dejen de vivir. Mientras tanto el dónde están es un grito de nostalgia, que lleva a dar rodeos y a no enfrentarse a la realidad

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