En enero de 2011, el gobierno español mantenía un duro tira y afloja con los sindicatos en relación con la reforma de las pensiones que pretendía implantar. En pleno rifirrafe saltó a la luz que el gobierno quería incluir en la mesa negociadora la cuestión del cierre de las centrales nucleares. Esta iniciativa, desmentida días después, sorprendió a mucha gente: ¿Qué tiene que ver la reforma de pensiones con la energía nuclear? Un eurodiputado del PP afirmó en un programa de televisión que eso mostraba las ideas raras que tenía el presidente Zapatero: el suceso era una oportunidad para saber lo que pasaba por su cabeza. Según este político, lo que tenía dentro era un totum revolutum en el que se mezclaban cosas muy variadas, inconexas.
No pienso que sea algo que le pase al presidente Zapatero. En la cabeza de una persona que se considera de izquierdas o de derechas hay una especie de caldo primordial o de magma primigenio, donde se encuentran ideas, sucesos, actitudes y sentimientos muy diversos, enlazados entre sí y que se activan particularmente en situaciones de conflicto o de alta tensión política. Cuando se toca o se aborda uno de estos temas, las personas se agitan y se encuentran extrañas afinidades entre conceptos, sucesos y temores que no tienen nada que ver entre sí.
Asuntos que podemos encontrar en el caldo primordial de derechas están el aborto y la píldora abortiva, la eutanasia, la unidad de la patria, el terrorismo, la inmigración, que las personas se distingan por su mérito y esfuerzo, la libertad, la libre empresa, el 11-M, las corridas de toros y una serie de temas relacionados con la educación: la libertad de enseñanza y la de enseñanza religiosa, los crucifijos en las escuelas.
En el caldo de la izquierda están las centrales nucleares, el complejo industrial-militar, los Estados Unidos, el capitalismo (en general), la banca y los financieros, los empresarios, las multinacionales, los cultivos transgénicos, el calentamiento global, la República, la memoria histórica, la solidaridad, la igualdad entre las personas.
Cuando se quiere quitar hierro al debate, los términos se disfrazan: “proceso de paz” por “diálogo con los terroristas”, “derecho a la muerte digna” por “eutanasia”, “interrupción voluntaria del embarazo” o “derecho a decidir de la mujer sobre su cuerpo” por “aborto”.
Y así se puede seguir hasta unos cuantos temas, la mayoría sin ninguna conexión clara entre sí. Los nacionalistas suelen tener su propia lista, más larga cuanto menor es la extensión de su territorio. Tocar alguno de estos temas es invocar los sentimientos más primarios, la razón se va de vacaciones y la agresividad se dispara. Es casi imposible hablar tranquilamente de muchos asuntos. La discusión calienta el caldo, según aumenta la temperatura y comienza a hervir, estos asuntos se van embrollando más bien como espaguetis que como cerezas. La confusión final es la hermana del desencuentro y de la ira.
¿Será posible algún día hablar de estos temas sin despedazarse?